2 de febrero de 2012

Chinampa

Todo mundo menciona el lago como ejemplo lo mucho que se ha perdido. "En La Ciudad no se ven las estrellas". Sí se ven, por temporadas. Los volcanes aparecen cada que quieren. El agua no se ha ido del valle, solo construyeron un sistema que la manda al drenaje.

De noche otras ciudades pueden ser descritas como campos de luciérnagas, diamantes, cristales o demás artilugios brillosos. No la Ciudad de México. El smog atrapa la luz de las casas y la hace rebotar dentro de sí. Ambos se combinan en una mancha de luz y humo que marca los contornos de las montañas dentro del valle, como hace siglos lo hacían los lagos. Como recompensa a sus conquistas sobre la naturaleza y el sentido común, cada noche la ciudad es envuelta en un gas luminoso. Quizá por sus efectos algunos de los residentes han comenzado a preguntarse si vale la pena extrañar el lago. A lo mejor sólo se convirtió en otra cosa.