(...) I have begun to feel that the story I am trying to tell is somehow incompatible with language, that the degree to wich it resists language is an exact measure to how closely I have come to saying something important, and that when the moment arrives for me to say the one truly important thing (assuming it exists), I will not be able to say it...
Paul Auster, en alguna parte de The invention of solitude
30 de julio de 2007
24 de julio de 2007
¿Por qué te sientes tan bien cuando ves las estrellas?
Las estrellas sólo pueden inspirar pensamientos enormes, dudas insondables, sentimientos tan inexplorados como la distancia entre la más cercana de ellas y nuestro muy pequeño planeta (en términos astronómicos, por supuesto. Porque sin este ínfimo conjunto de seres sobrevalorados el cosmos no sería más que un grupo de bolas de gas flotando por ahí mientras acaban de consumirse. Sin alguien, el universo no sería nada). Por eso llevo mucho más tiempo del habitual tratando de hacer este post. Son ya varias las veladas que me he sentado frente a la computadora tratando de decir cualquier cosa, pero sólo doy con mi imposibilidad para seguir escribiendo.
La pregunta se me ocurrió hace varias noches, después de haberme acostado por horas en el pasto tratando de ver estrellas fugaces. Vi al menos cinco. En los lapsos en que ninguna caía yo platicaba con una amiga sobre los pocos temas posibles en esa circunstancia; el menos profundo se relacionaba con la teoría de la evolución y sus inútiles intentos por hacernos entender la diversidad de seres en el mundo. Ella citó a un ministro que afirma que se necesita más fe para creer en Darwin que en la Biblia; yo le dije que lo único posible es que los dos estén equivocados. ¿Puede una mente incapaz de comprender el tiempo que la luz de un astro tarda en llegar a la Tierra explicar tan siquiera a un microbio?
Cuando me fui a dormir, me di cuenta de que no sabía cuánto tiempo estuve tirado con la cara hacia el firmamento. Estoy seguro de que tú lo has hecho alguna vez, porque desde que el animal racional se ganó el adjetivo, ha sido inevitablemente atraído por las esferitas luminosas que cuelgan sobre su cabeza cada vez que se pone el sol. Según antrópologos como Julio Amador a esa propensión debemos lo que somos hoy, porque cuando los cavernícolas se dieron cuenta de que hay regularidad en los ciclos celestes comenzaron a buscarla en todos los demás aspectos de la vida. Esta curiosidad es lo que permitió que la especie indagara, descubriera y avanzara hasta llegar al momento en que tú y yo podemos compartir pensamientos a través de un blog.
Así que, en cierta forma, somos hijos de las estrellas. Por eso verlas se siente tan bien y hablar sobre ellas es imposible. Toda reflexión alrededor de los astros acaba siendo sobre nosotros. Por eso este post parece tan poco inspirado. Por eso me siento tan pequeño. Carajo.
Esta vez, dejo que el video diga lo que yo no puedo. Espero que después de verlo, te sientas igual que yo, muajajaja...
Quien habla es Carl Sagan, que buscó en el cosmos el sentido de nuestras existencias y se hubiera ofendido profundamente con el cura que dice lo de Darwin y la fe.
La pregunta se me ocurrió hace varias noches, después de haberme acostado por horas en el pasto tratando de ver estrellas fugaces. Vi al menos cinco. En los lapsos en que ninguna caía yo platicaba con una amiga sobre los pocos temas posibles en esa circunstancia; el menos profundo se relacionaba con la teoría de la evolución y sus inútiles intentos por hacernos entender la diversidad de seres en el mundo. Ella citó a un ministro que afirma que se necesita más fe para creer en Darwin que en la Biblia; yo le dije que lo único posible es que los dos estén equivocados. ¿Puede una mente incapaz de comprender el tiempo que la luz de un astro tarda en llegar a la Tierra explicar tan siquiera a un microbio?
Cuando me fui a dormir, me di cuenta de que no sabía cuánto tiempo estuve tirado con la cara hacia el firmamento. Estoy seguro de que tú lo has hecho alguna vez, porque desde que el animal racional se ganó el adjetivo, ha sido inevitablemente atraído por las esferitas luminosas que cuelgan sobre su cabeza cada vez que se pone el sol. Según antrópologos como Julio Amador a esa propensión debemos lo que somos hoy, porque cuando los cavernícolas se dieron cuenta de que hay regularidad en los ciclos celestes comenzaron a buscarla en todos los demás aspectos de la vida. Esta curiosidad es lo que permitió que la especie indagara, descubriera y avanzara hasta llegar al momento en que tú y yo podemos compartir pensamientos a través de un blog.
Así que, en cierta forma, somos hijos de las estrellas. Por eso verlas se siente tan bien y hablar sobre ellas es imposible. Toda reflexión alrededor de los astros acaba siendo sobre nosotros. Por eso este post parece tan poco inspirado. Por eso me siento tan pequeño. Carajo.
Esta vez, dejo que el video diga lo que yo no puedo. Espero que después de verlo, te sientas igual que yo, muajajaja...
Quien habla es Carl Sagan, que buscó en el cosmos el sentido de nuestras existencias y se hubiera ofendido profundamente con el cura que dice lo de Darwin y la fe.
16 de julio de 2007
¿Te importaría una semana sin posts nuevos?
Supongo que no demasiado. Me voy una semana a un retiro espiritual con hippies y extraterrestres, así que este blog descansará por un rato. La mayoría de mis lectores va conmigo de todos modos, pero para el resto de ustedes, un saludo y gracias por leerme.
10 de julio de 2007
Optimismo
Leibnitz pensaba que este mundo era el mejor de los mundos. Mejor es Voltaire, que negaba eso y decía: “decididamente, el señor Leibnitz es un optimista”.
Dicho alguna vez por Borges.
Dicho alguna vez por Borges.
9 de julio de 2007
¿Cuánto van a durar tus recuerdos?
No sé cuánto dura la memoria, pero sí que no es suficiente tiempo. ¿Puede haber algo más frustrante que no poder recordar cada detalle del mejor periodo de tu vida por más que te esfuerces y aprietes los ojos; cuando sabes que ese recuerdo ahí debe estar; peor aún, estás seguro de que hace muy poco tiempo eras capaz de enumerar todos los pormenores sin problemas?
Quizá sea peor no tener ni para comer, creer en el gobierno o escuchar a RBD; pero saber que cada segundo se está perdiendo una parte de tu vida es suficientemente preocupante como para estar en el top 7 de las peores cosas que pueden pasarle a un ser humano.
Porque si lo piensas de cierta forma la vida está hecha exclusivamente de memorias. El futuro no ha llegado. El presente no existe porque lo que está sucendiendo ya dejó de ser (cuando acabes de leer esto, ya no serás el mismo). Por lo tanto sólo existe el pasado, que cómo sabrás está hecho sólo de recuerdos.
Entonces, quedamos en que tu vida y la mía no son más que una colección de remembranzas. Y en que cada momento que pasa tu pobre cerebro, cuyo espacio en disco es bastante limitado, tiene que deshacerse de algo. Adiooooos. El color de la ropa de la persona con la que tuviste sexo por primera vez acaba de borrarse de tu mente (sobre todo si la ocasión incluyó vodka al 2x1 y la suave obscuridad de la noche... aunque en ese caso, quizá nunca registraste tal color... es más, ahora que lo pienso, en esa circunstancia quién se anda fijando en el pinche color de la vestimenta).
...
...
...
(ya, deja de pensar en eso)
...
Bueno... El punto es que toda tu vida está construida con recuerdos, e incluso los importantes se degradan poco a poco. No sé por qué pasa eso, y parece que la ciencia tampoco está muy segura de cómo funciona nuestra cabeza. Pero una forma menos pesimista de ver las cosas respondería que si olvidas algo es porque encontraste algo mejor que lo remplace. De otra forma, estaríamos atrapados en el pasado, sentados siempre frente a la computadora escuchando música de otra época, invariable y tristemente mejor que la actual.
Así que ¡anímate! Cuando la vejez te haya alcanzado, rebasado y dejado mentando madres en la lateral de la vida, estarás sentado en una mecedora del futuro contando a una jauría de chamacos cómo era la vida antes de que volaran los coches: en los tiempos de Internet, Hugo Sánchez y los blogs. Lo contarás todo mal, pero no dejarás de lado lo importante. No vas a saber de qué puto color era la ropa de tu primer amor carnal, pero sí que esa noche sus ojos te vieron como no sabías que era posible.
mmmm... creo que esa historia no se le cuenta a los niños. Mejor háblales de los Simpson.
Video de la canción que trajo tanta nostalgia al autor de este post.
Y lo de la vida hecha de memorias es idea de San Agustín, por supuesto que a mí no se me ocurriría. Él lo explica bien lindo, con música y toda la cosa, entre los capítulos 14 y 28 del libro XI de Las Confesiones. O puedes revisar El inmortal de Borges, que es algo más breve.
Quizá sea peor no tener ni para comer, creer en el gobierno o escuchar a RBD; pero saber que cada segundo se está perdiendo una parte de tu vida es suficientemente preocupante como para estar en el top 7 de las peores cosas que pueden pasarle a un ser humano.
Porque si lo piensas de cierta forma la vida está hecha exclusivamente de memorias. El futuro no ha llegado. El presente no existe porque lo que está sucendiendo ya dejó de ser (cuando acabes de leer esto, ya no serás el mismo). Por lo tanto sólo existe el pasado, que cómo sabrás está hecho sólo de recuerdos.
Entonces, quedamos en que tu vida y la mía no son más que una colección de remembranzas. Y en que cada momento que pasa tu pobre cerebro, cuyo espacio en disco es bastante limitado, tiene que deshacerse de algo. Adiooooos. El color de la ropa de la persona con la que tuviste sexo por primera vez acaba de borrarse de tu mente (sobre todo si la ocasión incluyó vodka al 2x1 y la suave obscuridad de la noche... aunque en ese caso, quizá nunca registraste tal color... es más, ahora que lo pienso, en esa circunstancia quién se anda fijando en el pinche color de la vestimenta).
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(ya, deja de pensar en eso)
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Bueno... El punto es que toda tu vida está construida con recuerdos, e incluso los importantes se degradan poco a poco. No sé por qué pasa eso, y parece que la ciencia tampoco está muy segura de cómo funciona nuestra cabeza. Pero una forma menos pesimista de ver las cosas respondería que si olvidas algo es porque encontraste algo mejor que lo remplace. De otra forma, estaríamos atrapados en el pasado, sentados siempre frente a la computadora escuchando música de otra época, invariable y tristemente mejor que la actual.
Así que ¡anímate! Cuando la vejez te haya alcanzado, rebasado y dejado mentando madres en la lateral de la vida, estarás sentado en una mecedora del futuro contando a una jauría de chamacos cómo era la vida antes de que volaran los coches: en los tiempos de Internet, Hugo Sánchez y los blogs. Lo contarás todo mal, pero no dejarás de lado lo importante. No vas a saber de qué puto color era la ropa de tu primer amor carnal, pero sí que esa noche sus ojos te vieron como no sabías que era posible.
mmmm... creo que esa historia no se le cuenta a los niños. Mejor háblales de los Simpson.
Video de la canción que trajo tanta nostalgia al autor de este post.
Y lo de la vida hecha de memorias es idea de San Agustín, por supuesto que a mí no se me ocurriría. Él lo explica bien lindo, con música y toda la cosa, entre los capítulos 14 y 28 del libro XI de Las Confesiones. O puedes revisar El inmortal de Borges, que es algo más breve.
7 de julio de 2007
¿Tienes algo que hacer?
Si no, revisa el blog hermano de La duda ofende: Euforia post mortem, donde publicaré las historias más extrañas que conoce nuestra especie. Para diversión y escarmiento de todos.
La entrada inaugural cuenta la historia del rockero místico Konrad Åberg, que contuvo la respiración hasta morir.
Y POR FAVOR, ¡tienes que ver esto!
La entrada inaugural cuenta la historia del rockero místico Konrad Åberg, que contuvo la respiración hasta morir.
Y POR FAVOR, ¡tienes que ver esto!
¡Euforia post mortem!
"¡Euforia post mortem!". Tales fueron las últimas palabras que Konrad Åberg, cantante y tecladista de la banda danesa Om hvordan gritó antes de contener la respiración hasta morir; en un acto de autocontrol inigualado en toda la historia del glam rock escandinavo.
Fue en uno de los tomos de la Naturalis Historia de Plinio donde Konrad halló la combinación de ambos términos, en un pasaje sobre los catoblepas de Numidia. Tal mezcla de conceptos tan disímiles lo obsesionó tanto que el proceso creativo de su música se empañó hasta volverla irreconocible; o al menos eso sostienen los críticos cuando intentan explicar los drásticos cambios reconocibles entre el Belastningen y el I fællesskab (cuarto y quinto discos de la banda, para los neófitos).
La relación de Åberg con Om hvordan fue decayendo cada día más, hasta la tarde de invierno que desapareció tras una discusión con sus compañeros sobre los detalles del que sería su sexto disco. "Simplemente dejamos de comprenderlo. Konrad no dejaba de hablar sobre conciliar la muerte con el éxtasis vital e insistía en incluir en todos los arreglos musicales instrumentos cuyos nombres jamás habíamos escuchado", declaró el bajista de la extinta banda, Lars Nissen, durante una entrevista a Rolling Stone.
"Aquella tarde Konrad abandonó furioso el estudio y azotó la puerta con tanta fuerza que la foto de nuestra primera participación en el Copenhagen mermaid fest cayó al suelo y el vidrio que la protegía se quebró. Ahora que lo pienso, creo que eso fue como una señal de lo que pasaría con la banda", añade Nissen.
Cuatro años después se supo que el vocalista de Om hvordan había viajado por tierra hasta llegar al Tíbet, donde se unió a un monasterio para aprender las enseñanzas del Iluminado. Poco se conoce sobre lo que sucedió en el monasterio, pero un día Konrad apareció en la puerta de Kim Andersen, su antiguo manager, y le pidió una audición. El desorientado representante no reconoció a Konrad bajo la barba y harapos que su nueva fe exigía; hasta que oyó a su gato maullar con alegría (una peculiar coincidencia homérica) y escuchó al vagabundo tocar Læsestof. "Nunca había sentido algo similar en mi vida. Carajo, no pude contener las lágrimas hasta media hora después", comentó años después Andersen a Berlingske Tidende.
Konrad Åberg pidió al extático manager que organizará un nuevo concierto para Om hvordan, una especie de reencuentro. Todo estuvo listo en una semana. Y fue ahí, en un estadio lleno de 20,000 espectadores de todas las edades y al menos cuatro nacionalidades distintas, donde Åberg realizó la hazaña que llevó su nombre al Nirvana del rock.
Hasta el día de hoy nadie comprende plenamente el significado de sus palabras finales. Quizá esa sea la razón por la cual su nombre sea tan poco conocido fuera de Dinamarca, donde incluso se bautizó con su nombre la avenida principal de su natal Ishøj, un honor extraordinario para un músico con menos de 50 años de muerto.
Sin embargo es del otro lado del Mar del Norte, en Suecia, donde un grupo de antiguos fans ha instituido la costumbre (o más apropiadamente, el ritual) de reunirse cada 12 de junio a escuchar todos los discos de Om hvordan y conmemorar lo que puede ser traducido más o menos como "la ascención del maestro rock".
Euforia post mortem. La enigmática frase de Åberg continúa siendo un laberinto indescifrable para la mayoría de nosotros, incapaces de comenzar a imaginar el nivel de sabiduría que alcanzó en el techo del mundo. Como El Buda, esta estrella de rock sólo pudo enseñar con sus acciones.
Una de las últimas fotos de Konrad, tomada horas antes del concierto que lo inmortalizó.
Fue en uno de los tomos de la Naturalis Historia de Plinio donde Konrad halló la combinación de ambos términos, en un pasaje sobre los catoblepas de Numidia. Tal mezcla de conceptos tan disímiles lo obsesionó tanto que el proceso creativo de su música se empañó hasta volverla irreconocible; o al menos eso sostienen los críticos cuando intentan explicar los drásticos cambios reconocibles entre el Belastningen y el I fællesskab (cuarto y quinto discos de la banda, para los neófitos).
La relación de Åberg con Om hvordan fue decayendo cada día más, hasta la tarde de invierno que desapareció tras una discusión con sus compañeros sobre los detalles del que sería su sexto disco. "Simplemente dejamos de comprenderlo. Konrad no dejaba de hablar sobre conciliar la muerte con el éxtasis vital e insistía en incluir en todos los arreglos musicales instrumentos cuyos nombres jamás habíamos escuchado", declaró el bajista de la extinta banda, Lars Nissen, durante una entrevista a Rolling Stone.
"Aquella tarde Konrad abandonó furioso el estudio y azotó la puerta con tanta fuerza que la foto de nuestra primera participación en el Copenhagen mermaid fest cayó al suelo y el vidrio que la protegía se quebró. Ahora que lo pienso, creo que eso fue como una señal de lo que pasaría con la banda", añade Nissen.
Cuatro años después se supo que el vocalista de Om hvordan había viajado por tierra hasta llegar al Tíbet, donde se unió a un monasterio para aprender las enseñanzas del Iluminado. Poco se conoce sobre lo que sucedió en el monasterio, pero un día Konrad apareció en la puerta de Kim Andersen, su antiguo manager, y le pidió una audición. El desorientado representante no reconoció a Konrad bajo la barba y harapos que su nueva fe exigía; hasta que oyó a su gato maullar con alegría (una peculiar coincidencia homérica) y escuchó al vagabundo tocar Læsestof. "Nunca había sentido algo similar en mi vida. Carajo, no pude contener las lágrimas hasta media hora después", comentó años después Andersen a Berlingske Tidende.
Konrad Åberg pidió al extático manager que organizará un nuevo concierto para Om hvordan, una especie de reencuentro. Todo estuvo listo en una semana. Y fue ahí, en un estadio lleno de 20,000 espectadores de todas las edades y al menos cuatro nacionalidades distintas, donde Åberg realizó la hazaña que llevó su nombre al Nirvana del rock.
Hasta el día de hoy nadie comprende plenamente el significado de sus palabras finales. Quizá esa sea la razón por la cual su nombre sea tan poco conocido fuera de Dinamarca, donde incluso se bautizó con su nombre la avenida principal de su natal Ishøj, un honor extraordinario para un músico con menos de 50 años de muerto.
Sin embargo es del otro lado del Mar del Norte, en Suecia, donde un grupo de antiguos fans ha instituido la costumbre (o más apropiadamente, el ritual) de reunirse cada 12 de junio a escuchar todos los discos de Om hvordan y conmemorar lo que puede ser traducido más o menos como "la ascención del maestro rock".
Euforia post mortem. La enigmática frase de Åberg continúa siendo un laberinto indescifrable para la mayoría de nosotros, incapaces de comenzar a imaginar el nivel de sabiduría que alcanzó en el techo del mundo. Como El Buda, esta estrella de rock sólo pudo enseñar con sus acciones.
Una de las últimas fotos de Konrad, tomada horas antes del concierto que lo inmortalizó.
2 de julio de 2007
¿Alguien ve lo que subes a Internet?
No sé cuántas páginas de Internet existen y con tanta lluvia desparramándose por todas las calles de la gris pero bella Ciudad de México de verdad no tengo ganas de averiguarlo (el acto de escribir "number of webpages" en google suena particularmente cansado en este momento). Digamos por el bien del argumento que son como dos o tres chingos de páginas.
De esa enorme cantidad de páginas, hay una pequeña fracción que son blogs (no creerías cuántos). Divide esa astronómica cantidad entre uno, y hallarás que la probabilidad de que alguien te encuentre por azar y lea las cosas que tanto te llena subir a Internet es menor a ganar el Melate. En otras palabras, ¿qué estamos haciendo aquí en vez de comenzar una VERDADERA profesión, como jugar religiosamente a la lotería? Oh claro, lo que pasa es que también es más probable que nos caiga un rayo. Nada como sentarse cómodamente frente al tibio resplandor de la pantalla.
Pero en éste, como en más casos de los que los matemáticos quisieran aceptar, las estadísticas parecen no explicar gran cosa. Tomemos al sujeto A. Llamémoslo "Edgar" para facilitar las cosas. Supongamos que este sujeto "Edgar" se cae. Otro individuo, "X", decide subir a la web el entretenido desliz del sujeto A. La probabilidad de que alguien lo vea es como de 1/1.73 mil millones. Ergo, el tal "Edgar" nunca se hará famoso. ¿Q.E.D.? Pues resulta que no, como lo demuestra el que sepas de quién estoy hablando.
En la intrincada red de mensajitos, imágenes, videos, chismes, porno, recetas para hacer bombas atómicas y música que cada uno de nosotros, arañas del teclado, contribuimos a hacer cada día más grande; hay algo que posibilita que cualquier fulano pueda hacerse famoso. No importa la creatividad, la belleza, la inteligencia y todas esas otras virtudes que interesan al mundo no digital. Lo único que se necesita para volverse una celebridad del Internet es suerte; lo cuál es otra manera de decir que nadie tiene puta idea sobre el porque de esta nueva fama.
Quizá esa cualidad cuasimística de Internet sea reconfortante para los que sueñan con algún día salir del agujero en que se encuentran (también conocido como "Planeta Tierra"). Para mí es suficiente escribir para ti que estás leyendo. Y para mí. Porque lo único que explica los 50 millones de blogs es lo que desde el principio ha significado sentarse a platicar con alguien. Cambia el medio, pero a ti y a mí se nos sigue haciendo tan divertido como para rondar por aquí, de vez en cuando, con el fin de compartir frases y buenos deseos.
Ay dios, qué cursi. La verdad es que mi plan es seguir publicando cosas hasta que la fama me encuentre y pueda salir de mi cómodo, aunque algo estrecho, agujero. Así que dile a tus amigos que si no le mandan mi link a sus amigos, voy a detonar esta bomba atómica en tu colonia.
Mientras llegan las visitas, puedes entrar a la página de la revista emeequis y consultar su sección blog esponja, donde cada semana publican la dirección de un blog que vale la pena revisar. O seguir picando "siguiente blog" hasta cansarte. Quién sabe, a lo mejor alguien ya encontró el sentido de tu vida y todavía no das con su URL. Vamos. Sigue dando click.
De esa enorme cantidad de páginas, hay una pequeña fracción que son blogs (no creerías cuántos). Divide esa astronómica cantidad entre uno, y hallarás que la probabilidad de que alguien te encuentre por azar y lea las cosas que tanto te llena subir a Internet es menor a ganar el Melate. En otras palabras, ¿qué estamos haciendo aquí en vez de comenzar una VERDADERA profesión, como jugar religiosamente a la lotería? Oh claro, lo que pasa es que también es más probable que nos caiga un rayo. Nada como sentarse cómodamente frente al tibio resplandor de la pantalla.
Pero en éste, como en más casos de los que los matemáticos quisieran aceptar, las estadísticas parecen no explicar gran cosa. Tomemos al sujeto A. Llamémoslo "Edgar" para facilitar las cosas. Supongamos que este sujeto "Edgar" se cae. Otro individuo, "X", decide subir a la web el entretenido desliz del sujeto A. La probabilidad de que alguien lo vea es como de 1/1.73 mil millones. Ergo, el tal "Edgar" nunca se hará famoso. ¿Q.E.D.? Pues resulta que no, como lo demuestra el que sepas de quién estoy hablando.
En la intrincada red de mensajitos, imágenes, videos, chismes, porno, recetas para hacer bombas atómicas y música que cada uno de nosotros, arañas del teclado, contribuimos a hacer cada día más grande; hay algo que posibilita que cualquier fulano pueda hacerse famoso. No importa la creatividad, la belleza, la inteligencia y todas esas otras virtudes que interesan al mundo no digital. Lo único que se necesita para volverse una celebridad del Internet es suerte; lo cuál es otra manera de decir que nadie tiene puta idea sobre el porque de esta nueva fama.
Quizá esa cualidad cuasimística de Internet sea reconfortante para los que sueñan con algún día salir del agujero en que se encuentran (también conocido como "Planeta Tierra"). Para mí es suficiente escribir para ti que estás leyendo. Y para mí. Porque lo único que explica los 50 millones de blogs es lo que desde el principio ha significado sentarse a platicar con alguien. Cambia el medio, pero a ti y a mí se nos sigue haciendo tan divertido como para rondar por aquí, de vez en cuando, con el fin de compartir frases y buenos deseos.
Ay dios, qué cursi. La verdad es que mi plan es seguir publicando cosas hasta que la fama me encuentre y pueda salir de mi cómodo, aunque algo estrecho, agujero. Así que dile a tus amigos que si no le mandan mi link a sus amigos, voy a detonar esta bomba atómica en tu colonia.
Mientras llegan las visitas, puedes entrar a la página de la revista emeequis y consultar su sección blog esponja, donde cada semana publican la dirección de un blog que vale la pena revisar. O seguir picando "siguiente blog" hasta cansarte. Quién sabe, a lo mejor alguien ya encontró el sentido de tu vida y todavía no das con su URL. Vamos. Sigue dando click.