WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Estoy de malas. Desde que me desperté a las once de la mañana pero no pude pensar en algo que hacer, así que TUVE que dormir hasta las dos de la tarde. Eso de soñar para pasar el rato no es tan agradable como sonaría en un poema de Sabines; se ha convertido en el momento más patético de las vacaciones.

(Soñé algo que incluía estrellas, el balcón de siempre y el sentimiento de no ser nada bajo el cielo nocturno.)

Dos de la tarde. En un día normal habría pasado una hora desde que me desocupé, pero últimamente significa que es momento de empeorar más mi ánimo tras leer las estupideces que vomitan los periódicos: el columnista vendido número 1 jura que Calderón es como diosito encarnado, no presenta pruebas al respecto (asumimos que su abuelita se lo dijo al prepararle el desayuno). El columnista vendido número 2 nos recuerda que los españoles van a conquistar México de nuevo: se lo dijo Madero en sesión espiritista. Son secundados por el resto del rebaño de opinadores, bastante más pendejos si se considera que a ellos nadie les paga extra por escribir de cierta forma. Por eso cuando sea grande me voy a vender a alguna facción.

Tralala, a las tres y media salgo de mi casa para llegar a una cita que tenía... a las tres y media. ¿Qué es media hora tarde en esta cultura de modales opcionales? No seré yo el imperialista que atente contra las tradiciones nacionales, goeeei.

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El Metrobús es la maldita cosa que más odio en la Ciudad de México. Nunca deja de alimentar mi mal humor y mis impulsos genocidas. Que conviertan a todo ese puto excedente de personas en Soylent verde, carajo. Entre Altavista y La Bombilla, sin consideración por mi poco cómoda situación entre sudor, grasa, brazos y codos enterrados, al celular se le ocurrió sonar. Ah qué las pinches puntadas de la gente en el país donde las señales de tránsito son más bien sugerencias: que dice la convocante que la junta siempre no, que se pasó al miércoles. Avisó a todos menos a quien me marcó y a mí.

(A veces quisiera vivir en Suiza. Dicen que las enchiladas de allá son rebuenas.)

La amiga que me marcó, David y yo fuimos a comer tacos a Perisur. La sobremesa (aunque no hubo mesa, por lo tanto también faltó un "sobre") se abocó a tratar de deducir si los tres puestos con idéntica decoración son del mismo dueño o no. Mi hipótesis de trabajo es que si no puedes comer un taco en cada uno y pagar todo en la misma caja, no pueden ser propiedad de una sola persona. La hipótesis secundaria, que explicaría la idéntica ambientación del espacio, es que son parientes y compran los manteles y recipientes cuando van juntos al mercado.
Sí, pudimos haber preguntado a alguno de los que atendían para recibir una respuesta puntual. Pero el devaneo conceptual sobre cosas inútiles es bastante más entretenido que la certeza.

Ergo todo el camino hacia Coyoacán divagamos sobre las consecuencias de que eso de no matar otras personas sea sólo un valor relativo a estos tiempos. La elaboración pasó por la matanza de hugonotes en Francia, el aceptado y delicioso hecho de matar y comer vacas, los españoles que golpean latinoamericanos y la infinita estupidez humana. Después de mucho discutir, la conclusión fue obvia: en el futuro los restaurantes se dividirán en dos secciones: matar y no matar.

Ya con un café de olla y dos capuchinos concluímos que los sofistas son lo de hoy y que los verdaderos intelectuales se llenan de telarañas en el claustro académico; lo cual también alimenta mis deseos de exterminio humano o por lo menos de purga editorial.

Regresé a mi casa en Metrobús. Releí que Platón dedujo un Estado regido por filósofos que supieran exactamente qué era bueno para los ciudadanos y cómo proporcionárselos. Los súbditos, por lo tanto, sólo podrían obedecer y quedarse quietecitos. Como ahora, sólo que los gobernantes sí sabrían a dónde vamos. Ah, qué Platón tan soñador.

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Me conecté, leí blogs, maté zombies, aumenté las comentadas de Sacatrapos, le menté la madre al tipo que le robó un post a Mario Flores y ahora escribo estas líneas.
Al menos descubrí que el mal humor puede sustituir a la inspiración cualquier chingado día.

Si no consigo algo que hacer pronto, me cortaré las venas sólo para pasar el rato.

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El platillo nacional de Suiza. Pregunta por Das ënchiladen en Zürich
y por Les enchilades en Ginebra.

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Intenta calmarme: The ventures - The endless summer