Prensa negra
Los medios de comunicación se ostentan como defensores del Pueblo, voceros de la Opinión Pública, comprometidos con la Verdad. Prensa negra, de José Martínez, es una obra que muestra los débiles cimientos con que los medios sostienen su imagen de benefactores de la sociedad.Ya sea por corrupción, por la dinámica comercial que exige vender a costa de lo que sea o por una perversión del ideal de informar a la sociedad, quienes trabajan en los medios mienten o distorsionan datos con un cinismo asombroso. José Martínez da como ejemplo el caso de un columnista poblano acostumbrado a obtener prebendas de los gobiernos locales a cambio de no calumniarlos.
Para evitar casos así, afirma el autor, son necesarios un código de ética que cada periodista haga suyo y un marco jurídico adecuado.
Sin embargo, José Martínez enfoca sus baterías en la dirección equivocada al presentar un efecto como una causa. No hay medios poco profesionales o hasta corruptos porque quienes los conforman no tienen ética, al contrario: tales medios son producto inevitable de una sociedad como la nuestra.
Plantear el problema al revés sirve para evidenciar su complejidad. ¿Son las audiencias las que piden noticias y opiniones superficiales, escandalosas y sin sustento; o son los medios quienes han formado así el gusto del público?
Quienes pugnan por códigos de ética se guían por la segunda posibilidad, explican un problema social por las intenciones de sus actores individuales. Se ubican en uno de los polos de la discusión, mientras que los defensores del status quo mediático los increpan desde el opuesto: los ratings así lo han pedido, la sociedad recibe lo que le gusta y lo que merece, ahí están los bajos índices de educación para quien quiera consultarlos. Se da un diálogo de necios donde cada extremo predica sólo para conversos.
Partiendo del caso expuesto en el libro, el del quintacolumnista poblano, puede evidenciarse la fragilidad del extremo en que se ubica José Martínez. Suponiendo que hubiera un código deontológico universal que suscriba todo periodista, ¿van los calumniadores profesionales a estar dispuestos a respetarlo?
Podría responderse que por eso también se busca elevar tales normas morales a la legislación. Pero los políticos, es más, el sistema político que creó y sustenta a los calumniadores profesionales ¿respetará las leyes? En Suecia, quizá. En México todo intento por regular a los medios de comunicación es recibido con campañas negras que lo presenta como un atentado a la libertad de expresión. Y al mismo tiempo, toda regulación es aprovechada por algunos políticos para obtener control sobre los medios.
La ética es una disciplina filosófica, versada en valores absolutos y que funciona mejor en el Cielo de las Ideas. Los vicios de la sociedad y el sistema político mexicanos trascienden la labor de los periodistas, por lo tanto no puede dejarse toda responsabilidad a ellos.
Los medios viven de la credibilidad y por lo tanto un ejercicio profesional del periodismo es una tendencia irreversible, pero ¿quién va a exponer las mentiras de algún reportaje, Televisa o TV Azteca? La gran mayoría de los mexicanos se informa exclusivamente a través de ambas televisoras, lo que suceda con la prensa los tiene sin cuidado.
La relevancia que ha adquirido la información en la vida democrática del país, como insumo para tomar decisiones electorales, hace que los medios de comunicación se conviertan en un poder fáctico. Por ello, su adecuada regulación no importa sólo a los periodistas sino a la sociedad en su conjunto. Cerrar la discusión a sólo un gremio equivale a no resolver nunca el problema. Para lograr algo se necesitará más apoyo, todo el que se pueda, de todos los que quieran unirse a la lucha contra la desinformación cotidiana.
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Después de Juno, queda: Barry Louis Polisar - All I Want Is You
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Órales, Pa' que te digo que no, si sí. Es un círculo vicioso.
ResponderEliminarPor eso urge que los blogs alcancen la categoría de televisoras. Si no podemos hacer reflexionar a la gente, al menos podríamos hacernos ricos de sobornos.
meh...geek!
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