19 de septiembre de 2008

México, DF

Sí, pero en este caso es imposible no empezar desde antes del principio. Sólo así puede entenderse: si hubiera pasado lo peor, su vida sería más sencilla. Qué triste, la imposibilidad: desde lo peor no se hubiera dado cuenta de que todo pasaba para bien; se encontraría escribiendo las mismas líneas de tristeza ridícula, de no salir del pasado. Desde lo que sí sucedió, él se lamenta.

"Tienes que salir", le dijeron "a las seis en punto. La Ciudad gusta de rebelarse contra sus habitantes, no esperes clemencia del tráfico".
"Meh" pensó, con otras palabras.
La maleta estaba lista. La comida fue a las tres y el hambre todavía no regresaba. Ya tenía el dinero y el itinerario. Pero el avión saldría hasta las nueve y media, así que se puso a hojear revistas, a regresar a los libros, a averiguar qué había en esos DVDs que decían Sex and the City. La impaciencia, en vez de apurarlo, lo atrasó quince minutos.

Ya sé, pero la memoria es caprichosa y, a pesar de todo nuestro artificio, no obedece ninguna regla: por eso no recuerdo qué comí, no sé que libros estaba hojeando, no sé si esa fue la vez que salí al balcón a buscar artistas en el pub de enfrente o eso sólo quisiera haberlo hecho. Sé, por ejemplo, que la revista que me puse a leer era la Letras Libres, pero soy incapaz de recordar cómo estaba emocionado.

Se subió al taxi, que seguramente pasó a recogerlo al departamento, hasta las seis y cuarto; dijo "al aeropuerto" mientras cómodamente asumía que decirlo y llegar eran lo mismo.
Por eso cuatro horas después le pidió al taxista que lo dejara en las salidas nacionales. No dejaría que lo vieran como un niño idiota que acababa de perder un vuelo internacional entre Viaducto y Simón Bolívar, así que pagó los 350 pesos al taxista y corrió al mostrador de la aerolínea como si fuera a servir para algo.
Cuando volvió al departamento, estaba tan triste que no lloró: se quedó dormido.

Yo quisiera, pero esta es la primera de muchas - casi todas - las cosas que olvidé. ¿En serio crees que no cambiaría un año de recuerdos posteriores por saber qué soñé esa noche? Intuyo haber soñado que despertaba en mi destino, que todo se resolvía de alguna manera. Que aunque no había dinero para otro boleto y un reembolso era imposible, algo pasaba y yo no tenía que despertar de nuevo en la Condesa...

Lo último que vio antes de dormir fue a su padre. Lo primero que escuchó al despertar fue su voz: "conseguimos otro boleto, te vas hoy en la tarde. Yo te llevo al aeropuerto para que esta vez no haya problemas". Salieron del departamento siete horas antes del vuelo.
En el camino platicaron del inagotable tránsito de la tarde pasada, cuya fuente no pudieron conocer - todavía hoy es para él un misterio, para siempre sin respuesta por insignificante; aunque cabe postular a la madre que falleció porque su ambulancia no llegó al hospital y a los hijos que le sobrevivieron, quienes desde entonces no pueden pasar por Viaducto sin soltar, aunque sea por dentro, una lágrima -, de la Alhambra de Granada, del León de Bruselas y de los míticos viajeros que lavan platos para conocer el mundo.

No, la cara de ese idiota sí la recuerdo. Que el boleto había sido comprado no sé cómo y entonces no sé por qué no podía darmelo. Imagina lo que es haber llegado con el ánimo resucitado y tener que perderlo, de una vez por todas, por simple salud mental. Por eso cuando el francés juró por su parisina madre que no pasaba nada, cosa de ir a Polanco a que me dieran no sé qué cosa, no le creí. ¿Que volaría el día siguiente? Dos fracasos me impedían creerlo, gracias. Me acuerdo también de que en el regreso al depa no nos quedó más que reírnos, con muchas ganas, del tamaño de mi mala suerte. Todavía salgo por lo menos siete horas antes de que salgan los vuelos y aún se recomienda a mis familiares no ir al aeropuerto conmigo, no vaya a ser que mi infortunio sea contagioso...

A pesar de que ya era el tercer día de retraso - y tantos vuelos perdidos no ayudaban a quitarle a su familia en Suiza la convicción de que era muy irresponsable, si no idiota o de plano homicida, mandar a alguien tan incapaz de valerse por sí mismo a viajar solo por otros países - se sorprendió de buenas cuando vio que todas las calles tenían nombres de artistas y filósofos. Su buen humor mejoró en el ultramoderno elevador del edificio de Air France, se convirtió en plena felicidad cuando vio los ojos de la mujer que lo atendió y explotó cuando la guapísima francesa puso en su mano un boleto impreso: México - París - Zurich.

Es que me da mucho miedo: si uno no es más que sus recuerdos, cada día que pasa me hago menos. Cambiaría veinte años de vida por no perder un sólo detalle de ciertos instantes del pasado, pero luego me veo en este momento y se me quitan las ganas. Quizá sea cierto que lo más importante permanece, que la vista de la Ciudad de México esa noche jamás va a dejarme; lo que sentí ese día, mientras sabía que cuando despertara iba a estar donde siempre soñé con ir, siempre estará conmigo. No es lo que importa ser capaz de repetir el menú del avión o la lista de películas. Es saber que desde entonces nunca he dejado de viajar. Poder decir que jamás regresaré de aquella Europa, de aquel año.

...
Meses después, leyó en Rayuela: "se dio cuenta de que la vuelta es realmente la ida en más de un sentido". Nunca se había aprendido una cita, no ha vuelto a hacerlo.
Años después, todavía escribe esa frase en su estado del Messenger cuando necesita recordar que la rutina, a pesar de sus dolorosas mordidas, algún día no será siquiera un recuerdo.

11 comentarios:

  1. Ay, cabrón. Y yo me sentía importante por perder le metro.

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  2. Pues yo no he leído Rayuela, pero ganas no me faltan.

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  3. Podrás perder el avión,
    podrás perder el metro,
    pero nunca pierdas la rayuela.

    Yo quiero saber mas de la guapisima francesa

    XD

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  4. ruga: yo me sigo sintiendo muy pendejo, más bien. si hubiera sabido usar el metro, no me habría dejado el primer vuelo

    a fire_tony: pues está entre mis libros favoritos, así que si te digo que deberías no estoy siendo objetivo.

    a xhabyra: creo que la inventé, ya no estoy seguro. creo que estaba linda, pero no sé si sí era francesa.

    y ya me acordé que fue lo que me puse a leer el primer día, la lonely planet. algo sobre los balcanes, buscaba destinos poco convencionales.

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  5. De seguro, tienes que leer primero lo que está en cursivas y después lo demás... yo no hice eso.

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  6. A mí siempre se me va el avión...pero es por culpa de la senectud, divino tesoro.

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  7. rodrigo: no, todo va en estricto orden cronológico... creo.

    blog de rodrigo: jojojo... deberías juntarte con mi blog para que ya no sea tan nerd.

    zyanya: estoy en las mismas, no ves que ya hasta hago mis memorias

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  8. WOOOWWWWWWWWWWW YO PENSE QUE ERA LA UNICA EN ESTE MUNDO A LA CUAL EL AVION SE LE IBA LITERALMENTE JAJAJAJ BUENO AHORA SE QUE NO ESTOY SOLA EN ESTE MUNDOOOO SUBERSIVO UN BESO NIÑO
    bIANKA P

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  9. recuerdo una llamada telefónica... dnd estas... y tu!!! en mexico!!! no supe si reir, llorar o ir a golpearte (creo que lo tercero era lo mas adecuado) xke uno nunca cree ke ustedes sean capaces de "algo" pero cuando regresaste me di cuenta de que por supuesto eras "algo" tan capaz, que jamas volvi a pensar en golpearte jejeje, saludos, muy buenos recuerdos no???

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  10. Digamos que leí esto en un estado de ánimo inconveniente (estoy triste, no ebria, para quien se lo pregunte) y que igual me estoy ofuscando con el texto, pero me pareció sumamente lindo, revelaste mucho.

    Cuando tengas un libro suficientemente vendible (que bien puede serlo sin ser bueno, o viceversa), prometeme que además de firmarlo para mí, me dejarás lucrar con el hecho de que te conozco.

    saludos!

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Hola.