19 de septiembre de 2007

¿Tú dónde diste el grito?

He estado haciendo unos lindos artículos, cada martes y jueves, para una infame clase de 7:00. Aprovecho esta tribuna para proponer que en la Declaración Universal de Derechos Humanos (o como se llame) se incluya un artículo que diga:
"Toda actividad escolar, deportiva, laboral o en general que implique esfuerzo físico o mental, será realizada después de las nueve de la mañana. Cualquiera que atente contra este derecho fundamental será desollado con cortauñas."
Pero bueno, como a veces me quedan suficientemente presentables esos textos, voy a subirlos de vez en cuando.
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Desde que Porfirio Díaz lo celebró por primera vez en Palacio Nacional, el grito de independencia ha funcionado como ritual de legitimación del Presidente en turno. Díaz Mori, autoproclamado descendiente moral del hombre a quien tanto combatió en vida (el siempre chistosamente peinado Benito Juárez), fue tan buen escenógrafo del poder que todos los gobernantes que vinieron después han sido aplicados alumnos suyos.

Del otro lado de la conmemoración están quienes van nomás por la fiesta. Quizá la necesidad de juntarse cada año a gritar con el líder sea algo enterrado en el fondo de nuestra psique desde antes de que dejáramos de ofrecer corazones al sol; o no sea más que la forma en que la mexicanidad se recrea cada año, desde Tijuana hasta Tapachula, entre personas que bien podrían ser de distintos países. Como símbolo, el acto que se realiza cada noche de 15 de septiembre sirve para promover la idea de México, de que todos estamos viviendo bajo la misma bandera. Se necesita recordar de vez en cuando a los mexicanos que son parte de algo más grande, por eso se festeja no sólo en todos los zócalos de la nación sino también en todas las clases de bares, restaurantes y tugurios diversos: la noche del 15 se puede cenar por 10 pesos frente a la Catedral Metropolitana o por más de 1,000 en la Hacienda de los Morales.

Por un instante anómalo las gargantas de quienes en todo momento son diferentes o incluso adversarios, profieren al unísono las mismas exclamaciones y se reconocen como descendientes de una historia maravillosa, hecha de inmaculados héroes de leyenda y pirámides desde las que cada ciclo cósmico se recrea el universo.

En el ámbito político no hay tanta armonía, porque cada gobernante tiene un santo diferente. No es lo mismo decir ¡Viva Juárez! que ¡Viva Morelos! y hasta ahora nadie ha gritado Viva Iturbide, aunque él haya sido el negociador de la Independencia. Con cinismo moderno diríamos que la concertasesionó para conservar los privilegios de sus cuates y proclamarse emperador (inaugurando otra entretenida costumbre de nuestras máximas autoridades: la infinita modestia) pero para efectos simbólicos, todo argumento histórico es inútil y hasta molesto. Nos distrae del festejo y la exaltación, no se puede decir que Viva México Cabrones si se recuerda que si los gringos no se quedaron con el Istmo de Tehuantepec que les regaló Juárez es por nuestra pura buena suerte o que las huestes de Hidalgo realizaron una masacre en Guanajuato como para hacer sonrojar a Atila.

Ahora hasta el zócalo es negociado, todos quieren gritar que son los buenos, los morales, los legítimos como Juárez e Hidalgo; enfrente están los espurios y renegados, en el mismo rincón oscuro que Santa Anna e Iturbide. La noche del 15 de septiembre no se pinta tanto de verde, blanco y rojo como de blanco y negro.

Abajo del balcón desde el que cada político se inventa la prosapia más conveniente a su color de partido, los asistentes a las plazas públicas parecen más ocupados en comer platillos nacionales y esperar el momento en que puedan gritar, tal vez para deshacerse de un poco de la angustia que ocasiona estar en un barco siempre a la deriva; gobernado por capitanes que parecen más preocupados por su imagen en las estampitas de papelería que por hacernos gritar menos y reír más, desde que a Porfirio Díaz se le ocurrió que sería buena idea festejar la Independencia el mismo día que su cumpleaños.
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Y si eres la adjunta y googleaste mi artículo, sí, soy yo y no estoy fusilándome cosas de Internet para no tener que trabajar en las madrugadas.
Con todo y que ganas no me pinche faltan....

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