10 de mayo de 2012

Plan dental...


Este texto lo escribí hace años para una revista y no salió publicado ni nada. Lo encontré y como no tuve nada mejor que hacer con él, aqui está. Fue en tiempos del mundial o algo parecido, mientras todos hablaban de cortinas de humo. Es un poquito relevante, aunque no tanto:

Me parece muy divertido que todos hablen del Poder de la Televisión con el fervor de un cura. Tan fuerte declaración es siempre seguida de una condena inquisitorial estilo “me preocupa mucho el gol del Chicharito porque el país está muy mal y a los demás se les va a olvidar con esto”.

¿Alguien le concede al otro el beneficio de la paranoia? Por lo general los que están segurísimos de que la tele, el futbol y la religión (entre otros artilugios para venderle Coca-Cola a los desposeídos) idiotizan a los demás sostienen sus opiniones en que “los demás están como dormidos” y las rematan con alguna variante moderna del venerable por-eso-estamos-como-estamos.  

Tanta desconfianza en los otros, además de crearnos esta sensación de vivir entre zombies, no nos deja encontrar a quienes piensan igual que nosotros. Ahora que está de moda hablar de cómo internet va a cambiar el mundo, no olvidemos que es la gente usando internet la que va a cambiar el mundo.

Quizá no estemos tan solos como creemos. Mientras cada uno se fije en lo que el otro tiene de diferente y omita lo que tiene de igual, todos nos mantendremos aislados. Las élites políticas y empresariales, mientras tanto, seguirán en lo suyo sin molestias. No necesitan goles del Chicharito: van a aprovecharlos, pero eso se remedia manteniéndose más atento de lo normal en días de mucho ruido mediático.

Sigues esperando que Lisa necesite frenos. Perdón, te traje hasta acá usando el sucio truco publicitario de la referencia pop compartida. Igual que a todos los demás que educó la tele.
Confía en aquellos que podrían ser una solución, porque no son un problema: si sale bien cambiarás al mundo, si sale mal sabrás con rigor científico que eres mejor que todos. Igual está padre.

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