21 de julio de 2010

México está, amenazado por el fenómeno selling

María Martínez de Sotheby, directora de la Organización Alternativa Por Un México Alterno, alertó sobre lo que es el fenómeno del selling y su impacto en México. "El selling es ya un problema en otras partes del mundo, como Estados Unidos y Europa, y nos preocupa que ninguna autoridad en México hace nada para detenerlo", afirmó.

El selling, fenómeno que nunca había sido descrito por la ciencia, es el acto por el que personas intercambian dinero por mercancías. "Nos preocupa que se esté usando dinero, poniendole valor a las cosas, acabando con las tradiciones mexicanas, atacando a la democracia", declaró Martínez.

Llegando sentándose, la experta explicando dio cifras contundentes: "según una encuesta, al menos 85% de los mexicanos realiza el selling. Si no le ponemos un alto, pronto será un fenómeno tan generalizado que la gente acabará con el medioambiente". El 'medioambiente', explicó la experta, es calentado globalmente por el selling.

Según Internet, el selling es un tema urgente que adolece de soluciones prontas. "Se requiere acción urgente y decidida del gobierno, en especial del presidente Calderón, para atacar un problema tan grave", declaró Miguel Sotheby, experto en psicología del 'medioambiente' por la Universidad de Icanhaz en Hamburgo.

"Yo cambio constantemente dinero por mercancias pero no sabia que era problema", escribió @Sparky_mx22 en su Twitter, red social donde el selling ya es todo un fenómeno. Por dos horas el tag #dinoalselling estuvo entre los trending topics mexicanos. "Yo digo no al selling escribiendo #dinoalselling", escribió el experto sociólogo @expertosociologo en su cuenta.

"Lo único que queremos es que la gente y las autoridades tomen conciencia", concluyó Sotheby. "De lo contrario, todo estará perdido y no habrá marcha atrás".

Ah, el estío, con su belleza, con su humedad, con su pinche, pinche tráfico

Iba a escribir algo, pero estuve tres horas atrapado en el tradicional tráfico veraniego(tránsito ya fue, sobre todo porque no inspira el terror religioso de tráficoUUUH!)). Sería una anécdota interesante pero requiere mucho trabajo: me dijeron "ven a Polanco" y fui, y llegué, y no había nadie, y tuve que regresarme por el mismo tráfico por el que llegue.

Al contrario de mejores épocas, en verano los coches van y vienen en el mismo volúmen por los dos lados de periférico. Ya no es como cuando si te toca tráfico para arriba no te toca para abajo, ahora es parejo como la lluvia.

Pero valió la pena porque mientras estaba atrapado entre los autos y las ya muy horribles estaciones de radio (¿no se supone que tendría que ser más música y menos plática sobre las vidas de sus gatitos?) tuve tiempo para pensar en un descubrimiento que también tiene que ver con los coches. Los estacionamientos de la asquerosa Ciudad de México rompen al menos una ley económica. Podría pensarse que en estacionamientos de tres pisos, donde es más rápido bajar o subir al siguiente que dar tres vueltas en el piso al que se llega desde la calle hasta que se libere un lugar, y donde siempre están vacíos el segundo y tercer nivel, la gente se dirigiría más pronto a los segundos y terceros pisos. ¿Por qué dar cinco vueltas en el primero si sólo hay que bajar al segundo? Parece ser que la gente no sigue la elección más racional sino que insiste e insiste en atascar el primer piso, aunque se tarde diez minutos en dar con un lugar.

Alguien con más tiempo puede hacer sesudas reflexiones sobre el carácter nacional y su relación con el estancamiento económico, político y social. Yo sólo presumo la prueba científica de que los automovilistas de la ciudad son completamente irracionales.

19 de julio de 2010

Morenaza al óleo

Pensé que un dálmata en los pasillos de un mini súper con dos cajas y cuatro pasillos no podía ser algo tan malo. Un poco extraño sí, pero qué podía pasar. Los perros son últimamente muy domesticados; saben sentarse, comen tocino para que les brille el pelo, tienen humanos que les recogen la mierda con mucho cuidado y han perdido todo instinto más o menos animal. En vez de los adorables perros de la tele, en la calle sólo quedan animalitos de fondo de videojuego. Babean, se sientan y sólo los notan quienes ya se aburrieron de lo demás. Son, pobrecitos, un triunfo de la civilización.

Tristemente para la chica de la minifalda, que ya desde entonces acaparaba la atención de toda la fila, nadie ha puesto tanto esmero en domesticar a las niñas. Todos anticipamos lo que la chamaca haría con el cortauñas, pero era tan obvio que todos asumimos que otro le avisaría a la mamá...

El perro salió chillando, la chica de la minifalda se fue de espaldas, los cajeros no sabían que hacer y el gerente salió de su bodega para cruzar los brazos y dar órdenes en actitud de jefe de mini súper. Los viejitos empaca bolsas se reían como si fuera día de quincena en 1920 y todos los hombres de la fila ayudaban a la chica de la minifalda a recoger los libros de la escuela. Sólo uno, algo sobre arquitectura escandinava, se salvó del aceite de oliva. La pobre chica peleaba con el perro un estuche de lápices huichol cuando la mamá pegó un grito espantoso.

Como nadie le hacía caso (lo genial de la minifalda era que tenía cuadritos como de colegiala), la niña mordió al perro. El pobre animal, vergüenza de sus antepasados salvajes, prefirió correr al pasillo de panes y mermeladas que darle a la niña una mordida para quitarle por siempre lo maleducada.

El dueño, que primero hizo como que el perro no era suyo pero lo aceptó cuando la cajera lo señaló agitando el brazo (la chica de la minifalda se le acercó para regañarlo con delicioso tono y vocabulario de verdulera condechi), hubiera calmado al perro si el de seguridad no lo hubiera agarrado "para prevenir de que se vaya sin pagar, jefe".

La chica de minifalda empezó a llorar del coraje, la niña gritaba porque no tiene ni un año, el perro las acompañaba con ladridos ya libres de cultura y los de seguridad tuvieron que quitar las caras de no me pagan lo suficiente para acercarse a hacer como que les importaba que el perro tirara dos o tres o veinte envases de mayonesa.

Todo terminó muy aburrido. El dueño se zafó del vigilante, fue por el perro, agarró del estante un tendedero amarillo y, ahora sí, amarró al animalito a un árbol de afuera de la tienda. Nada sagaces, todos en el minisúper siguieron al dueño del dálmata con la mirada mientras se lo llevaban a un cuartito, muy agradecidos por el perro, el aceite de oliva y la minifalda.

Cuando volteé a buscarla ya estaba llorando abrazada de un viejito empaca bolsas, que tenía cara de al fin haber encontrado el mejor trabajo de su vida.

15 de julio de 2010

Ad libitum

Como no estoy escribiendo la tesis, me dedico a cosas como pensar en su dedicatoria.

Es curiosamente más difícil de lo que parecía. Empiezas con algo convencional: A mis padres. Son mis padres y deben de estar ahí, evidentemente. Es la dedicatoria que todos quieren poner, por eso nadie la usa. A mis padres y amigos. Lo interesante es que conforme abres el círculo empiezas a notar gente del otro lado. Los invitas a pasar, por qué no. Después de todo, es jueves. "A mis padres y amigos, en especial a la gente de la secundaria". No, falta. "A mis padres, abuelos, amigos (todos) y Rocky, que observa desde el cielo de los peces japoneses"...

Empeorado todo, te saboteas a ti mismo: "A todos". Es la verdad, pero a nadie le gusta que se la digan. La tesis, después de todo, es un ejercicio básicamente rollero. Lo sabes tú, lo sabe tu asesor, lo sabe el director. Lo sabe EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA. Pero nadie dice la verdad y todos estamos muy contentos.

"Tú sabes quien eres. Gracias". La buena teoría del discurso. Nada más cumplidor y académico que usar la trampa mortal de la segunda persona del singular. Tú, el lector, sabes que lo nuestro es de dos. Tú y yo. Nosotros, con los demás afuera. Lo sabían los sucios franceses, incapaces por pura vanidad de explicar algo directamente. Los espíritus de cientos de alumnos reprobados en todo el mundo claman tu nombre (¡¡¡¡¡LUUUIIIIIIIIIIIIIS!!!), te recuerdan haber jurado odio eterno contra Lacan; decides no caer tan bajo como los putísimos franceses (jiji) .

Te dices que nunca te rebajarás a su nivel, escribiendo para confundir y deslumbrar a sus alumnos. Te sabes mejor que ellos. Moralmente superior. Chingón.
Piensas que has creado el pretexto perfecto para no hacer la tesis.
CONCLUSIÓN: no hacer la tesis te hace mejor persona.
Denme el Nóbel, por favor. No se hubieran molestado.

Tres cervezas después te das cuenta de que todo es mentira y tu amor por los académicos es conocido. Pero ya estás demasiado borracho para hacer la tesis. El remordimiento te hace intentarlo, así que empiezas por el principio: las dedicatorias. "A Polo Polo, que me enseñó la belleza del lenguaje". Cierto, pero nadie va a creer que es verdad. "A los blogs, por ser chidos". No. "Mitchell, an hero to me". Te mueres por hacerlo. For them. For teh lulz. Pero no. "A aquella mañana del 97". Misterioso. Pero en tu cabeza suena con acento argentino y saca de onda. Tampoco.

Todo valió muy madres. Pero te salvaste de la tesis otra vez, y eso merece una cerveza.

14 de julio de 2010

FW:

Querido señor:
Le escribo de parte de la Asociación Mexicana de la Cucaracha, A. C.

Sé que el nombre le ha causado sorpresa, así que iré al grano.

La cucaracha es uno de los animales más bellos que creó Dios Nuestro Señor y usted lo trata como si fuera un sucio insecto. ¿Sabe usted que cuando la guerra nuclear (provocada por la ira de Dios Nuestro Señor) acabe con la humanidad para llevar a los justos Allá Donde Nunca Faltan La Luz y El Agua, la cucaracha se salvará para repoblar el planeta?

Abusar y matar a tan buena bestia, buen señor, no es conveniente para usted y sus seres queridos. Porque cuando Dios Nuestro Señor apriete El Botón Rojo, será de la cucaracha el porvenir. Un día las cucarachas, tras su largo peregrinar por el sendero de los tiempos, viendo un sol más radioactivo y esponjoso, hastiadas de comer azúcar, mirarán con curiosidad nuestras ruinas.

Tras las investigaciones, naturales a alguien de su ingenio, descubrirán una lata de insecticida.

¿Se da cuenta, buen señor? Vilipendiados, dejaremos de ser sus precursores, sus dioses. Nos sabrán viles, desalmados, incapaces de toda bondad: cucarachas (ajenos a nuestra imagen, nos piensan de seis patas y dos antenas; efecto natural del tiempo, usted no sabe bien cómo se veían Nuestros Precursores, buen señor). Nos desterrarán de los templos.

Dejarán de adorarnos, y nuestros cuerpos Allá Donde No Falta La Luz Ni El Agua pasarán hambre, y frío, y no tendrán internet para tuitear sus penas.

Por eso, buen señor, le pido en nombre de Aquél Cuyo Ojo No Deja De Juzgar, Nunca, que deposite dinero a la cuenta 326 de la sucursal 897 de Banamex. Es para una buena causa, la mejor de todas: la divinidad, perpetua, del ser humano.

Gracias. No olvide reenvíar este mensaje a todos los suyos. Queda de usted la Asociación Mexicana de la Cucaracha, A. C.

Lo estamos observando. Siempre.





El spam ya no es lo que era.